El secreto del bienestar está en encontrar el equilibrio entre dejarse estar con lo que a uno le pasa, y ser estricto con los deberes diarios. Ese término medio, para mí, se llama responsabilidad.
Y es que la responsabilidad es inevitable.
Con mis años de vida he aprendido y valoro la proactividad tanto en mí como en quienes me rodean. La proactividad no es un esfuerzo diario para vivir, es un compromiso con uno mismo por mejorar y seguir avanzando en la vida.
De jovencito escuché una vez a un chico decir los problemas hay que afrontarlos de cara, si esperas en el sofá de tu casa a que desaparezcan te acabarán comiendo.
Al principio no entendí el mensaje, y me enfadó profundamente porque pensé en todas aquellas personas que sufren algún tipo de patología y se ven obligadas a afrontar los problemas desde el sofá de sus casa o sus camas, no por pereza, sino porque sus circunstancias les obligan a ello. También pensé en esos días en los que «la vida» me llevaba a querer afrontar los problemas desde mi cama.
Con el tiempo me he dado cuenta de que soy un hombre perfectamente capaz de caminar hacia donde quiero estar en mi vida, y que si no lo hago es por pereza. Y eso es algo que no quiero en mi vida. Elijo ser activo.
Por tanto, mi compromiso mayor en la vida es conmigo mismo. Las adversidades de la vida no llegan para joderme, sino más bien para enseñarme y darme oportunidades de crecer como persona. Cada día cultivo más mi compromiso conmigo mismo. Cada día me esfuerzo por salir adelante y actuar de tal forma que acabe el día un poco más cerca de mis objetivos.
Este compromiso me lleva a buscar soluciones, me sumerge en un auge creativo necesario para mi crecimiento, y me mantiene en constante introspección, buscando siempre la forma de mejorar, crecer y aprender a reaccionar de maneras diferentes ante la vida.
El otro día escuché en Antifragil Podcast lo siguiente: Decir todo el rato ya lo sé es sumamente limitante. El no sé nos abre la puerta a buscar saber, a la empatía. Me parece sumamente importante este punto para romper con los esquemas mentales propios que me mantienen estancado. La clave del progreso es mantenerse en mentalidad de cinturón blanco.
Gracias trabajar en mi proactividad puedo poner mi foco en cómo reacciono a aquello que me pasa, en vez de lamentarme por aquello que me pasa. Me vuelvo en un agente activo de mi vida. Es enfocarme en aquello que está en mi control.
Gracias por leer.