Autor: Experiencia de Ser

  • Sobre la coherencia

    Por rebeldía en contra de mi padre, hace unos años adopté el lema «la incoherencia es el camino». Mi padre siempre me decía lo contrario, que lo más importante es ser coherente con uno mismo y con la visión que se tiene del mundo, pero ¿qué ocurre cuando los principios propios son prácticamente anárquicos?

    En este afán de hacer lo que se me daba la gana, de ser libre, mi rebeldía nació dentro mío, y precisamente por reafirmarme en que puedo ser lo que se me da la gana, ser coherente con los valores y principios que me decía mi padre que tenía que tener me resultaba algo sumamente aprisionador.

    Me di cuenta que todas las polaridades de mi ser me son de uso, y el tema no está en no ser X, sino en serlo cuando toca serlo. No voy a ser violento el 100% de mi tiempo, sin embargo ser consciente de mi violencia me permite usarla cuando lo necesite.

    Esto ocurre con las 4 emociones básicas. No siempre seré alegre, triste, miedoso o rabioso. Pero puedo serlo todo.

    Ahora, con el tiempo, comienzo a entender la frase que me decía mi padre, y veo cuál es su valor real.

    Ser coherente no es un acto de mostrarse al mundo de una forma específica, es un acto de ser fiel a uno mismo y a los valores y principios más profundos de nuestro ser.

    Mis decisiones no se basan en lo que pensarán los demás, en la imagen que proyectaré o las cosas que conseguiré por fuera.

    Se basan en algo mucho más sencillo.

    ¿Qué necesito? ¿qué deseo hacer? y ¿qué cosas puedo hacer que me encamine a ello?

    Con el tiempo, después de probar diversas formas de conseguir el bienestar en mi vida, me he dado cuenta que las raíces son lo más importante, y en este camino de encontrar mis raíces internas propias, ese motor que mueve mi vida, he llegado a la conclusión que todos mis deseos los conseguiré siendo constante.

    La disciplina, la motivación, la perseverancia, los logros, todo eso llegará con el tiempo. Lo más importante es ser constante, y tratar cada día de avanzar un paso más hacia esos objetivos personales que tanto me mueven.

    Eso es la coherencia. Ser fiel a mí. A mis emociones, mi cuerpo, mi mente.

    El pacto de la coherencia se sella cuando elijo ser fiel a mí. Sin esa elección de autocuidado y sostén el bienestar será poco más que una ilusión.

    Gracias.

  • No le pegues a tu perro

    Últimamente, mientras paseo a mis perros, veo cómo la gran mayoría de los dueños de perros, al mínimo ladrido de sus mascotas, les dan un tirón de correa, un toque físico -ya sea con la mano o el pie- o se ponen a gritarles y regañarles por una conducta que ellos mismos interpretan como inadecuada, obviando que los perros no son seres humanos, y que cuando marcan, ladran o se «tiran» a saludar a otro perro, no lo hacen por joder sino porque es la forma que tienen de comunicarse entre ellos.

    Estas reacciones de los dueños, además de desproporcionadas, me parecen una absoluta proyección de su estado interno frente a la conducta de sus mascotas.

    Un dueño que le pega a su perro por ladrar, no le está golpeando porque ladrar esté mal y no se deba hacer, le golpea como una forma de proyectar en el pobre perro toda aquello que sus ladridos le generan y que no sabe gestionar. Dígase rabia, frustración, vergüenza, impotencia, cansancio, etc.

    Por si no ha quedado claro, si le pegas a tu perro no lo haces porque se porte mal, lo haces porque eres incapaz de gestionar aquello que te pasa ante la conducta de tu perro.

    Si tienes una mascota y quieres mejorar tu relación con ella, te recomiendo buscar etólogos, adiestradores caninos, nutricionistas y veterinarios que se preocupen por entender de comunicación canina. Hay decenas de ellos que suben contenido de calidad a redes, y no te llevará más de 20 minutos diarios durante una semana adquirir nociones de comunicación canina -sobre todo postura corporal- y ejercicios de adiestramiento.

    Hay decenas de educadores. Mejorar la relación con tu mascota depende de ti.

    Esto es extrapolable a las relaciones personales. No respondes de forma reactiva ante otra persona porque sea un idiota, respondes reactivamente como reflejo de tu dificultad emocional de gestionar esa situación y responsabilizarte de todo aquello que te pasa con la conducta del otro.

    Es algo simple en la teoría y difícil en la práctica, aunque cuanto más practicas más sencillo se torna.

    Cuida tus vínculos más cercanos.

    Un fuerte abrazo.

  • La importancia del miedo

    No dejes que el miedo te paralice. Si tienes miedo, hazlo con miedo.

    ¿Cuántas veces has escuchado esta frase? Seguro que muchas. Puede que demasiadas incluso.

    A veces siento que es una frase extremadamente superficial y banalizada, pero observando mi vida y lo que he crecido los últimos años, soy capaz de darme cuenta de la importancia y la relevancia que tiene esta frase en mi vida.

    El miedo guía mi vida. Muchas veces le da forma y la moldea.

    Normalmente se me hace difícil reconocer cómo se expresaba el miedo en mi cuerpo cuando era pequeño, porque era cabezón y, aunque algo me diera miedo, siempre lo hacía por la aventura.

    Actualmente, y cada vez más, me doy cuenta de que el miedo es más grande en mi cabeza. Mis miedos me dan más miedo en mi mente que durante el momento de afrontarlos, y el después de afrontarlos.

    También porque he crecido, y he aprendido a calcular y medir las consecuencias de mis acciones.

    Aún así es algo que siempre ha estado presente en mi vida, y que aún a día de hoy me cuesta gestionar a veces. Sin embargo ahí está, el miedo como señal de que estoy en el camino correcto.

    Sumado a esto, a veces reflexiono sobre mi capacidad de autoliderazgo, y me cuesta asumirme líder de mi vida.

    En el libro de los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen Covey habla de que los líderes son aquellas personas que, en medio de una expedición en la jungla, son capaces de subirse a un árbol e indicar al equipo que están en la jungla equivocada.

    Yo quiero ser un líder, y eso me da miedo, porque conlleva una responsabilidad conmigo y una confianza enormes.

    Lo grande da miedo.

    El miedo a lo grande es excitante.

    No tengo mucho más que decir por hoy, me gusta sentir miedo, me gusta conectar con la parte más animal e instintiva de mi ser, y me gusta arriesgarme a probar cosas nuevas.

    Un fuerte abrazo.

  • Sobre las proyecciones

    La definición simple de lo que es una proyección en Gestalt es poner en el otro algo que es mío. Generalmente cosas que no me gustan de mí.

    Con esa definición ya puedes comenzar a trabajar en ti y yo podría dar por zanjado el blog de hoy.

    Hoy me apetece hablar de las proyecciones porque es algo que ha estado muy presente en mi vida últimamente, además que es un mecanismo de evasión que me resulta curioso por su forma de falsa máscara.

    ¿Por qué digo que es una falsa máscara? Porque con las proyecciones evitamos contactar con nosotros, y justificamos nuestras acciones con » algo del otro, cuando en el fondo es algo nuestro.

    Un ejemplo puede ser un conflicto que termina en gritos y tachando a la otra persona conflictiva. Lo que sucede en este caso es que estamos proyectando en la otra persona nuestra propia torpeza relacional. Ante la falta de herramientas para gestionar la situación de manera diferente, tachamos a la otra persona de conflictiva, cuando en realidad el conflicto está en uno mismo, en la propia incapacidad de responder de forma distinta a la situación.

    Ponemos en el otro nuestra frustración, nuestra torpeza o nuestra rabia, porque es más fácil decir no se puede hablar contigo que entrar en uno mismo y checkear con qué conectamos a la hora de afrontar en ese conflicto que nos está limitando la experiencia de probar algo diferente.

    Otra forma de proyección puede ser estar hablando de algún tema sensible con alguien, de algo difícil que nos pone vulnerables, y que para finalizar la conversación digamos no te quiero molestar más con mis rollos, cambiemos de tema.

    En este caso la proyección es una afirmación de la incomodidad de la otra persona al oír lo que tengo que decir.

    En situaciones así, la propuesta es frenar antes de pronunciar esas palabras, y respirar a ver cuánto de eso hay en mí, porque seguramente mi propia incomodidad sea mayor que la de la otra persona al escucharme y, por tanto, me resulta más apropiado decir «Ha sido suficiente por ahora, prefiero no seguir hablando porque me empiezo a sentir incómodo» De esta forma, soy plenamente responsable de mi situación, y me abstengo de responsabilizar a los demás de todo aquello que me pase.

    Las proyecciones están presentes en todos, y son un trabajo sumamente interesante en el amor, la amistad, la familia, o cualquier relación que tengamos en nuestra vida.

    ¿Cuánto de mí pongo en el otro?

    ¿Cuánta responsabilidad evado al hacerlo?

  • Sobre el dinero

    La relación con el dinero es en el fondo una relación con uno mismo. También es una espada de doble filo.

    Desde que trabajo he aumentado mis ingresos notablemente con esfuerzo, con sacrificio y trabajo constante. Y sigo trabajando para vivir en la abundancia que deseo.

    En todos estos años he podido observar cómo la relación con el dinero es una relación conmigo mismo. Crecer junto al dinero es crecer conmigo, porque cuanto más crezco yo personalmente, más adecuadas son las decisiones que tomo, y esto se refleja tanto en mi salud financiera como en cualquier otro tipo de relación que establezca en mi vida.

    Es fácil caer en la trampa de medir el valor personal en función del dinero que se posea. Lo digo porque me ha pasado.

    Digo que es fácil porque cuanto más dinero tengas, más gustos podrás darte. Aquí es donde entra el trabajo personal que requiere tener ingresos.

    Recibir dinero es despertar nuestras pasiones y deseos más profundos. Lo que he podido observar en las personas de mi alrededor es que recibir la nómina (o cualquier ingreso) significa, además de pagar los gastos fijos pertinentes, una oportunidad de «darme el gustito que tanto deseo».

    Cada uno nos lo vendemos de una forma distinta. Sin embargo casi siempre es así. Es como si el dinero nos quemara las manos y fuera una necesidad gastarlo.

    ¿Qué ocurre si resistimos esas tentaciones? ¿Qué pasaría si trazamos una estrategia para conseguir nuestros deseos? Pues es aquí donde entra el trabajo personal que requiere ser autosolvente.

    Es un trabajo de tener la mente fría, de gestionar la frustración y la ansiedad de querer tener ya eso que tanto deseamos, así como errar en múltiples ocasiones para aprender y hacer las cosas diferentes en el futuro.

    Es un trabajo bonito que se puede extrapolar a cualquier ámbito de nuestras vidas. La relación con la pareja, con uno mismo, con una mascota, un familiar, un amigo, etc.

    Lo mejor creo que es siempre abrazar el proceso y entregarse a aprender. Hay errores los cuales tenemos que cometer para seguir aprendiendo, vivir en nuestras carnes aquello de lo que todo el mundo nos advirtió y seguir progresando.

    Esto es todo por hoy,

    Un abrazo.

  • Un concepto salvavidas

    Hay cosas que se describen con pocas palabras. El concepto de impecabilidad es una de esas cosas.

    En mis años de formación Gestáltica hice un taller llamado El guerrero interior, impartido por Rosa Creixell y Marián Quintillà, donde me encontré con el concepto de la impecabilidad, algo que llevaba haciendo toda mi vida pero que no fui consciente hasta ese momento.

    La impecabilidad no es más que actuar desde lo que tienes, con lo que eres aquí y ahora.

    Es decir, si tú ahora estás en tu 70% habitual, actúa desde ahí y no te exijas más que eso, porque con lo que eres en ese momento es más que suficiente.

    Qué liberador. Con lo que eres aquí y ahora es más que suficiente. Eres suficiente así como eres.

    La verdad que es un término que mola mazo, yo cuando nadaba lo usaba muchísimo. Si había entrenos en los que me encontraba fatal, al 10%, daba mi 10% y me centraba en trabajar sobre ese rendimiento, pues con eso ya estaba dando el 100% que tenía disponible en ese momento para entrenar.

    Lo guay está en que actuar desde la impecabilidad es un acto de humildad hacia uno mismo. Es dejar de lado el sentimiento de insuficiencia por saber que puedo hacer las cosas mejor de lo que lo estoy haciendo, y centrarme en hacerlas lo mejor posible en este preciso momento.

    La impecabilidad no es excluyente, y que ahora dé mi 10% no significa que en otros momento haya dado mi 90% o pueda dar mi 100% en un futuro. La impecabilidad incluye y me ayuda a reconocer mi estado actual, y a respetarme en aquello que me pase.

    Si estoy con mil cosas en mente, ya sea exámenes, trabajo, asuntos familiares, entrenos, etc. Actuaré lo mejor que pueda en esas circunstancias, independientemente de los resultados. Y cuando no tenga nada de eso, seguiré actuando lo mejor que pueda desde aquellas circunstancias que esté viviendo, y los resultados siempre serán diferentes.

    Recuerdo el taller que hice con mucho cariño, fue un taller del que a día de hoy sigo aprendiendo, y el cual me ayudó a encajar aquellas piezas del puzle que todavía no tenía acomodadas.

    Con esto y un bizcocho no me enrollo más.

    Gracias por leer.

  • Pensamientos

    Hoy me voy a tomar unos minutos para escribir todo lo que se me venga a la mente.

    Estas últimas semanas me he dado cuenta de lo difícil que me resulta a veces mantener mi compromiso ante la vida firme en épocas de tormenta.

    Puedo observar en mi vida cómo ha habido veces en las que me he mantenido firme en mis hábitos, en mi compromiso conmigo y en mis objetivos a pesar de las dificultades que se me presentaran.

    Asimismo veo cómo en ciertas ocasiones todo lo que creía tener construido flaquea, se tambalea y me lleno de dudas sobre si estaré siendo realista en mi cometido, sobre si me vale la pena o si me tengo que conformar con lo que tengo por lo difícil que me parece seguir mis sueños en esos momentos tormentosos.

    Creo firmemente en el eterno retorno, en que estoy condenado a repetir siempre lo mismo en mi vida.

    Me explico.

    Las tormentas son siempre las mismas, solo cambia la forma en las que las recibo en mi vida. Estoy «condenado» a repetir siempre los mismos patrones, y lo único que cambia respecto 5 años atrás es la forma en la que decido afrontar esos patrones.

    Hace 5 años puede que me cabreara con todo y me evadiera con el deporte, ahora tal vez opto por comunicar, observar o tratar de buscar formas creativas para afrontar esa situación. Aún así siento que mis problemas son en su raíz los mismos siempre.

    Es un tira y afloja constante entre sentirme capaz de actuar y hacerlo, o dejarme llevar por la vida y sus caminos. Un dialogo entre mis automatismos y mis ganas de actuar diferente.

    Lo paradójico de esto es que no hay ninguna opción mala ni buena, todo lo que suceda está bien en la medida que es lo óptimo en el momento presente para poder seguir creciendo.

    Cada batalla que gano a favor de mi salud y bienestar es un punto extra en la escala de dificultad de la vida para cuando me presente sus nuevas batallas. Es decir, la adversidad y el desánimo del presente son los maestros que me facilitarán las dificultades futuras cuando se presenten.

    Y no hablo de entender la victoria como acabar siendo el mejor posicionado, sino como ser capaz de aprender y reinventarme con todas las experiencias que viva. Alimentarme de lo que sea que me pase para dar lo mejor de mí.

    Por eso me gusta el teatro, puedo usar todo lo que me pase a mi favor.

    Entonces eso, las tormentas me cuestan, cierto es que cada vez las afronto con más facilidad que las anteriores, y no por eso soy inamovible.

    Aunque eso también mola, porque si hago recuento de mi historia de vida puedo ver cómo en ocasiones me mantuve firme y cómo en otras me tambaleé, y es el conjunto de esas situaciones las que me forman como hombre y me preparan para las experiencias venideras.

    Cambiando de tema, últimamente estoy inspirado, así que usaré a mi favor lo que me pase para seguir progresando en mi vida.

    Cierto es que el dinero es una gran calma para vivir, sin embargo hay procesos internos que encuentro que son aún más necesarios para saber disfrutar de la abundancia que vaya consiguiendo en mi vida.

    Es un camino de dentro hacia afuera.

    Un saludo.

  • Sobre ser proactivo

    El secreto del bienestar está en encontrar el equilibrio entre dejarse estar con lo que a uno le pasa, y ser estricto con los deberes diarios. Ese término medio, para mí, se llama responsabilidad.

    Y es que la responsabilidad es inevitable.

    Con mis años de vida he aprendido y valoro la proactividad tanto en mí como en quienes me rodean. La proactividad no es un esfuerzo diario para vivir, es un compromiso con uno mismo por mejorar y seguir avanzando en la vida.

    De jovencito escuché una vez a un chico decir los problemas hay que afrontarlos de cara, si esperas en el sofá de tu casa a que desaparezcan te acabarán comiendo.

    Al principio no entendí el mensaje, y me enfadó profundamente porque pensé en todas aquellas personas que sufren algún tipo de patología y se ven obligadas a afrontar los problemas desde el sofá de sus casa o sus camas, no por pereza, sino porque sus circunstancias les obligan a ello. También pensé en esos días en los que «la vida» me llevaba a querer afrontar los problemas desde mi cama.

    Con el tiempo me he dado cuenta de que soy un hombre perfectamente capaz de caminar hacia donde quiero estar en mi vida, y que si no lo hago es por pereza. Y eso es algo que no quiero en mi vida. Elijo ser activo.

    Por tanto, mi compromiso mayor en la vida es conmigo mismo. Las adversidades de la vida no llegan para joderme, sino más bien para enseñarme y darme oportunidades de crecer como persona. Cada día cultivo más mi compromiso conmigo mismo. Cada día me esfuerzo por salir adelante y actuar de tal forma que acabe el día un poco más cerca de mis objetivos.

    Este compromiso me lleva a buscar soluciones, me sumerge en un auge creativo necesario para mi crecimiento, y me mantiene en constante introspección, buscando siempre la forma de mejorar, crecer y aprender a reaccionar de maneras diferentes ante la vida.

    El otro día escuché en Antifragil Podcast lo siguiente: Decir todo el rato ya lo sé es sumamente limitante. El no sé nos abre la puerta a buscar saber, a la empatía. Me parece sumamente importante este punto para romper con los esquemas mentales propios que me mantienen estancado. La clave del progreso es mantenerse en mentalidad de cinturón blanco.

    Gracias trabajar en mi proactividad puedo poner mi foco en cómo reacciono a aquello que me pasa, en vez de lamentarme por aquello que me pasa. Me vuelvo en un agente activo de mi vida. Es enfocarme en aquello que está en mi control.

    Gracias por leer.

  • Los 3 pilares del bienestar

    Claudio Naranjo dijo Entrégate a la desazón y al dolor de la misma manera en que te entregas al placer. No limites tu conciencia y más de acuerdo no puedo estar.

    El dolor puede ser tanto nuestro aliado como nuestro enemigo. El dolor mueve masas, despierta el amor en nuestro interior, nos lleva a abrir la mente o a cegarnos con tal de no sentirlo. El dolor siempre está ahí.

    No considero que el dolor sea la fuente de la que nace el amor, el valor, la honestidad, el respeto o la responsabilidad, sin embargo es algo que suelo tener presente en mi vida, y que me ayuda a encontrar un foco. Aún así sí que creo que todo está entrelazado, y que todo tiene un poquito de todo.

    Esta pequeña introducción es necesaria para lo que viene. Sin el dolor y el inmenso espectro de vivencias que trae consigo, jamás habría llegado a darme cuenta de los pilares fundamentales que sostienen el bienestar en mi vida y que realmente me importan, los cuales quiero compartir a continuación.

    Primer pilar: la Emoción

    El primer pilar fundamental para mí es la emoción. Me considero un chico con unas emociones muy vivas. Vivo mi vida emocional de forma muy intensa, siendo mis emociones un motor fundamental para nutrirme en mi día a día y seguir avanzando en mi camino.

    En los días actuales siento que hay una supresión inmensa a la emoción, incluso lo noto en mí cuando dejo de respirar lo que me pasa. A veces tengo la sensación que atender las emociones propias y los mensajes vitales que traen con sigo fuera una nimiedad entre tanto movimiento diario. La mejor forma que conozco de cuidar mis emociones es mirarlas de frente, a los ojos, mirar mi alma y dejarme estar con todo aquello que me pasa.

    En el momento que detecto una necesidad profunda de huir de ciertas situaciones, me doy cuenta de que me estoy peleando conmigo por cómo me estoy sintiendo, y es justo en ese momento donde más necesito dejarme estar con mis emociones para poder apoyarme en ellas y darme un espacio en el mundo. Mis emociones contribuyen a darme yo una voz en mi entorno, porque si yo no lo hago nadie lo hará.

    Por eso cada día me gusta más el teatro. Es emoción cruda, expresión en todos sus sentidos. Es dar espacio al interior, al alma, y dejar que suceda en escena lo que tenga que suceder, porque precisamente es lo que debía suceder en ese momento. Cada función, improvisación, movimiento, es único en sí e irrepetible. Y el motor de todo eso es la emoción, aunque la emoción sea no sentir nada, vacío puro.

    Segundo pilar: el Físico

    Sin duda alguna mi cuerpo es mi mayor compañero de vida, es la agrupación molecular más fiel a mí que podré encontrar jamás en el mundo. Esté donde esté, estoy conmigo. Pasa lo mismo con las emociones.

    Siento que cuerpo y emoción van de la mano, no son el uno sin el otro. Si no escucho mis emociones, mi cuerpo me pedirá que las escuche, y si me quedo enganchado en una emoción, es mi cuerpo quien me pedirá un descanso.

    Asimismo, el cuerpo no es solo la carne y el hueso. El cuerpo son bacterias, moléculas, es energía y emoción. El cuerpo es contacto y cariño también. Los abrazos, las caricias, las miradas, los automasajes, el entrenamiento, la dieta. Todo forma parte del cuerpo, y todo, en mayor en menor medida, afecta a nuestro estado corporal.

    Cada uno somos responsables de nuestro propio cuerpo. Es mi responsabilidad la forma en la que me muevo, el ejercicio que hago, y el estado de salud en el que me halle. A mí no me gusta el gimnasio, a mí me gusta el bosque, la montaña, el aire fresco, por lo que yo entreno subiendo árboles, haciendo dominadas en las ramas, flexiones donde pille, y respirando y escuchando qué tipo de movimiento necesita mi cuerpo para liberar tensiones.

    Tampoco me ciño a una dieta en concreto, exploro, veo qué le va mejor a mi digestión más allá de lo que puedan decir los científicos, y a base de probar me he ido dando cuenta que digiero mejor unos alimentos que otros. Por una cuestión de energía y pesadez post comidas he dejado atrás unos alimentos y me centro en ingerir otros, y así vivo conmigo, explorando cuáles son las formas que me hacen sentir mejor en esta relación de toda mi vida conmigo.

    Tercer pilar: la Economía

    Llevo un tiempo dándole vueltas a este tercer pilar. En ocasiones no me encaja con el concepto de pilar fundamental para el bienestar porque me sale mi lado más austera y encuentro diversos argumentos para justificar que no necesito mucho dinero para vivir, y que puedo dormir donde sea y comer lo que sea.

    De igual forma, llevo mucho tiempo ordenando mis finanzas personales y, aunque todavía no tengo el capital que deseo tener, sí que me siento mucho más libre financieramente respecto a cuando cobré mis primeras nóminas.

    Esto lo he notado en mis emociones y mi cuerpo.

    El primer paso que di para mejorar mi economía fue comprarme una libretita de bolsillo. Era realmente minúscula, y la llevaba de arriba a abajo apuntando todos mis gastos. Fue hace unos 2 años, y realmente pude poner consciencia en ese momento de que el dinero no se me esfumaba por arte de magia, sino que me lo gastaba sin control en cosas que en su mayoría eran innecesarias.

    Por tanto, el primer paso para conseguir la libertad financiera es tomar consciencia de dónde va destinado el dinero que genero. Comencé con una libreta y, gracias a mi hermana que es una crack, ahora me organizo las finanzas con un Excel automatizado.

    La libertad no la he conseguido por ganar mucho dinero, porque mis ingresos son casi siempre los mismos, la libertad está en saber que tengo un plan, un compromiso económico conmigo mismo, un proyecto que seguir y unos objetivos que lograr. Poder ver dónde van destinados mis ingresos, me permite trazar un plan de acción para los objetivos económicos que tenga en los próximos años, ya sea pagarme los estudios, irme de viaje o mudarme, y la paz mental que me da tener esa estabilidad financiera es algo que agradezco profundamente.

    Por tanto, para mí, la educación financiera es un pilar fundamental de mi bienestar general.

    ¿En qué gastas tu dinero?


    Gracias por leer,

    Salud y prosperidad.

  • Sobre elegir

    Hay un tipo de libertad que no lo otorga el dinero ni ningún bien material que pueda poseer jamás. No es una libertad dada por estar rodeado de las personas a las que amo, ni tampoco por los logros que consiga en mi vida. Es una libertad interna  que evoca una sensación de empoderamiento y rebeldía que ni la mejor de las drogas me hará sentir jamás. Estoy hablando de la libertad de elegir y ser responsable.

    Me imagino varias situaciones en mi vida donde estaba sumergido en situaciones de extremo dolor y malestar. Situaciones en las que elegí sufrir por haberlo valorado como la alternativa menos dolorosa de todas. La lógica me decía es menos doloroso formar parte de un entorno donde sufro, que vivir conmigo a solas. En todas esas decisiones de quedarme era consciente de que si lo hacía iba a doler mucho y a sufrir mucho, y en todas esas ocasiones ha terminado siendo así. También es cierto que, todas las veces que sucedió, terminé dando el paso de caminar solo y doler solo, pues es la única vía en la que puedo sanar aquello que me pasa. 

    No pretendo menospreciar la importancia la conexión social, todo lo contrario, no existiría sin los vínculos que constituyen la persona que soy a día de hoy. Los contactos sociales me sirven para crecer. Sostener esos contactos, ya sean dolorosos o placenteros, me sirve para desarrollar un criterio sobre qué quiero y qué no quiero en mi vida. Aun así, por mucho que yo crezca al compartir experiencias con los demás y resonando con sus formas de vivir, el proceso de sanación ocurre a solas, conmigo mismo. Lo puedo compartir, me puedo apoyar en otros, puedo pedir ayuda y poner límites, y eso forma parte de la sanación, sin embargo, desde mi propia experiencia, cuando duelo conmigo mismo es cuando saco la mayor de mis fuerzas para vivir. 

    Dar el paso de mostrarme vulnerable frente a los demás, de llorar con la vista alta, de dejarme sostener y apoyar, de poner límites, decir que no, pedir lo que deseo. Todas esas primeras veces nacen en lo más profundo de mi ser. El primer paso para compartirme es interno. Mi vida, la mayor parte de las veces, ocurre desde dentro hacia afuera. Si no me entero de cómo estoy por dentro, ¿cómo voy a relacionarme con lo de fuera?

    Retomando el tema de la libertad y elegir. En todas esas situaciones tomé una decisión. En todas esas ocasiones me di la libertad de rectificar mis decisiones cuando lo creía necesario. Por muy atado que esté a unos horarios de estudio o de trabajo, por mucho que me encuentre en situaciones donde no esté a gusto con el entorno que me rodea, o con la gente que compone mi día a día, la decisión de hacer algo diferente, de ser fiel a mí, es una decisión propia, y una responsabilidad que nadie me podrá arrebatar jamás.

    Yo elijo lo que quiero en mi vida, cuales son mis prioridades y qué cosas son innegociables en mi día a día. Eso nadie me lo quita. Desde niño asumí mi plena y absoluta responsabilidad frente a la forma que afronto la vida. Por muchas desgracias que me pasen, o por mucho que me sonría la fortuna, es mi responsabilidad elegir la forma de vivirlo, independientemente del ambiente en el que me encuentre. Caer en el victimismo o el regodeo es una decisión propia. Escuchar la adversidad o negarla es una decisión propia. Quedarme y doler, o irme y doler, es una decisión propia.

    No hay nada bueno ni nada malo, no hay una decisión mejor que otra. La clave está en probarlo, explorar lo que pasa si decido quedarme o irme, y ser responsable de las repercusiones de mi decisión. A veces me saldrá torcida la jugada, y otras de forma impecable. Salga como salga, lo importante es hacerlo y aprender.

    Atrévete a elegir. Con miedo, ilusión, o lo que sea que te suceda al hacerlo.

    Elije y sé libre.