Hoy me voy a tomar unos minutos para escribir todo lo que se me venga a la mente.
Estas últimas semanas me he dado cuenta de lo difícil que me resulta a veces mantener mi compromiso ante la vida firme en épocas de tormenta.
Puedo observar en mi vida cómo ha habido veces en las que me he mantenido firme en mis hábitos, en mi compromiso conmigo y en mis objetivos a pesar de las dificultades que se me presentaran.
Asimismo veo cómo en ciertas ocasiones todo lo que creía tener construido flaquea, se tambalea y me lleno de dudas sobre si estaré siendo realista en mi cometido, sobre si me vale la pena o si me tengo que conformar con lo que tengo por lo difícil que me parece seguir mis sueños en esos momentos tormentosos.
Creo firmemente en el eterno retorno, en que estoy condenado a repetir siempre lo mismo en mi vida.
Me explico.
Las tormentas son siempre las mismas, solo cambia la forma en las que las recibo en mi vida. Estoy «condenado» a repetir siempre los mismos patrones, y lo único que cambia respecto 5 años atrás es la forma en la que decido afrontar esos patrones.
Hace 5 años puede que me cabreara con todo y me evadiera con el deporte, ahora tal vez opto por comunicar, observar o tratar de buscar formas creativas para afrontar esa situación. Aún así siento que mis problemas son en su raíz los mismos siempre.
Es un tira y afloja constante entre sentirme capaz de actuar y hacerlo, o dejarme llevar por la vida y sus caminos. Un dialogo entre mis automatismos y mis ganas de actuar diferente.
Lo paradójico de esto es que no hay ninguna opción mala ni buena, todo lo que suceda está bien en la medida que es lo óptimo en el momento presente para poder seguir creciendo.
Cada batalla que gano a favor de mi salud y bienestar es un punto extra en la escala de dificultad de la vida para cuando me presente sus nuevas batallas. Es decir, la adversidad y el desánimo del presente son los maestros que me facilitarán las dificultades futuras cuando se presenten.
Y no hablo de entender la victoria como acabar siendo el mejor posicionado, sino como ser capaz de aprender y reinventarme con todas las experiencias que viva. Alimentarme de lo que sea que me pase para dar lo mejor de mí.
Por eso me gusta el teatro, puedo usar todo lo que me pase a mi favor.
Entonces eso, las tormentas me cuestan, cierto es que cada vez las afronto con más facilidad que las anteriores, y no por eso soy inamovible.
Aunque eso también mola, porque si hago recuento de mi historia de vida puedo ver cómo en ocasiones me mantuve firme y cómo en otras me tambaleé, y es el conjunto de esas situaciones las que me forman como hombre y me preparan para las experiencias venideras.
Cambiando de tema, últimamente estoy inspirado, así que usaré a mi favor lo que me pase para seguir progresando en mi vida.
Cierto es que el dinero es una gran calma para vivir, sin embargo hay procesos internos que encuentro que son aún más necesarios para saber disfrutar de la abundancia que vaya consiguiendo en mi vida.
Es un camino de dentro hacia afuera.
Un saludo.