¿Y si te dijera que prácticamente todo en tu vida depende de ti?
Efectivamente. Como lo oyes. Depende de ti.
¿El qué?
¡Pues todo!
Partamos del punto que no eres una consecuencia de tu entorno. Eres la forma que eliges responder ante tu entorno.
No estoy hablando de dinero, hablo de actitud, así que lo voy a repetir.
Tú no eres víctima de tu entorno, ni tu entorno son ninguna etiqueta que les puedas poner.
En El Hombre en busca de Sentido, Viktor Frankl nos enseña que aún en las peores condiciones de la existencia humana, podemos elegir cómo relacionarnos con el sufrimiento.
PODEMOS ELEGIR.
Probablemente sea el poder más grande que tenemos todos como personas.
Y es que lo que me pasa no me pasa porque la vida sea una mierda, o yo sea un torpe.
En situaciones difíciles, cuando respondemos de forma reactiva, estamos tomando la vía fácil.
En vez de decir la vida es una mierda, por qué no preguntarnos ¿qué me pasa a mí con esto?
En vez de decir eres un gilipollas prueba a guardar silencio, entrar en ti y observar lo que te sucede internamente con aquella persona.
En vez de decir la vida es un carnaval, explora la otra polaridad, lo que te ocurre cuando entras en contacto con la desesperanza y la tristeza.
A lo que voy con todo esto es que, al hacer afirmaciones de ese estilo, estamos poniendo todo nuestro poder de elección y cambio en manos de algo externo, porque la vida no es una mierda, lo más probable es que internamente tenga un conflicto sin resolver, unas necesidades sin atender, un niño interior atemorizado ante el mundo.
El otro no es un gilipollas, eso no es más que una proyección, un reflejo de lo que a mí me pasa cuando escucho al otro hablar. No es que el otro sea irracional, estúpido o alguien difícil. Es que no estoy consiguiendo transmitir mi sentir y mis ideas de la forma correcta. Es que cuando el otro alza la voz, yo lo hago más.
Etiquetar al otro no es más que un reflejo de mi frustración, mi rabia o mi impotencia. Incluso de mi vergüenza. Y el trabajo ahí es entrar en eso, ver qué te ocurre cuando entras ahí. Lo más probable es que te des cuenta que no te estás escuchando. Prestas poca atención a lo que necesitas, a lo que te pide el cuerpo.
Si no eres capaz de sostener una situación, o eres adicto a los estímulos, tienes ahí algo interno que trabajar respecto a tu relación con el mundo. Con la soledad, el abandono, el autosostén.
Proyectar fuera, en los demás, en la vida, lo que ocurre dentro, es el camino fácil para seguir igual que estás.
El verdadero cambio ocurre cuando asumes la responsabilidad plena de aquello que te pasa, y elijes actuar en consecuencia.
Como bien leí hace poco en un artículo de Pedro Vivar: Hay ocasiones en las que la mejor decisión es no hacer nada en ese momento.
Cambia tu forma de relacionarte con tu entorno y cambiarás tu realidad.
Pruébalo, no pierdes nada.
Un saludo.