Por rebeldía en contra de mi padre, hace unos años adopté el lema «la incoherencia es el camino». Mi padre siempre me decía lo contrario, que lo más importante es ser coherente con uno mismo y con la visión que se tiene del mundo, pero ¿qué ocurre cuando los principios propios son prácticamente anárquicos?
En este afán de hacer lo que se me daba la gana, de ser libre, mi rebeldía nació dentro mío, y precisamente por reafirmarme en que puedo ser lo que se me da la gana, ser coherente con los valores y principios que me decía mi padre que tenía que tener me resultaba algo sumamente aprisionador.
Me di cuenta que todas las polaridades de mi ser me son de uso, y el tema no está en no ser X, sino en serlo cuando toca serlo. No voy a ser violento el 100% de mi tiempo, sin embargo ser consciente de mi violencia me permite usarla cuando lo necesite.
Esto ocurre con las 4 emociones básicas. No siempre seré alegre, triste, miedoso o rabioso. Pero puedo serlo todo.
Ahora, con el tiempo, comienzo a entender la frase que me decía mi padre, y veo cuál es su valor real.
Ser coherente no es un acto de mostrarse al mundo de una forma específica, es un acto de ser fiel a uno mismo y a los valores y principios más profundos de nuestro ser.
Mis decisiones no se basan en lo que pensarán los demás, en la imagen que proyectaré o las cosas que conseguiré por fuera.
Se basan en algo mucho más sencillo.
¿Qué necesito? ¿qué deseo hacer? y ¿qué cosas puedo hacer que me encamine a ello?
Con el tiempo, después de probar diversas formas de conseguir el bienestar en mi vida, me he dado cuenta que las raíces son lo más importante, y en este camino de encontrar mis raíces internas propias, ese motor que mueve mi vida, he llegado a la conclusión que todos mis deseos los conseguiré siendo constante.
La disciplina, la motivación, la perseverancia, los logros, todo eso llegará con el tiempo. Lo más importante es ser constante, y tratar cada día de avanzar un paso más hacia esos objetivos personales que tanto me mueven.
Eso es la coherencia. Ser fiel a mí. A mis emociones, mi cuerpo, mi mente.
El pacto de la coherencia se sella cuando elijo ser fiel a mí. Sin esa elección de autocuidado y sostén el bienestar será poco más que una ilusión.
Gracias.