Categoría: Emoción

  • Sobre el lenguaje positivo

    Últimamente he estado haciendo cambios en mi vida respecto al lenguaje que uso para hablar conmigo.

    Durante lo que va de año me he dado cuenta de dos cosas que me parecen súper importantes a la hora de hablar conmigo mismo: El entorno y la formulación de las frases que me repito.

    Por una parte, he podido observar cómo el entorno es un aspecto que influye significativamente en la forma en que me hablo a mí mismo. Entornos tóxicos son entornos que me hacen dudar, entornos en los que me noto torpe en mis diálogos internos.

    Vivir en entornos así ha sido un golpe de humildad para mí debido a la tan arraigada creencia que tengo de que soy poco influenciable por mi entorno, debido a que mi foco es mayor que las adversidades de la vida. Gracias a sumergirme en entornos así he podido ver la importancia del entorno en mi energía, además de en mi forma de hablarme.

    Ahora, habiéndome liberado de mis ataduras laborales y en pleno proceso de ser 100% responsable de mi vida en todos los aspectos, valoro la importancia de mi entorno, pues así como mi proceso de crecimiento se puede ver dificultado por el mismo, también puede verse potenciado.

    Volviendo al tema del lenguaje, estando en ambientes tóxicos he podido distinguir dos tipos diferentes de diálogos conmigo mismo que, vistos con perspectiva, son dos polos de la misma moneda.

    Por una parte están los diálogos de «castigo». Diálogos en los que me cuestiono constantemente mis decisiones, en los que dudo de mis objetivos. Diálogos a través de los cuales justifico los esfuerzos titánicos que me supone mantenerme en ese ambiente, argumentando que es por mi propio bien.

    Me resulta curioso observar cómo me complico la vida cuando sé que algo no lo necesito, y es ahí donde todas las respuestas las busco en mi cuerpo.

    Si mi cuerpo se encoje, se agarrota y se tensa, ¿para qué permanecer en ese entorno?

    A veces me hago esa pregunta, y trato de convencerme de que soy capaz de entrar en aquel dolor de mi cuerpo, en aquellas emociones que se le despiertan al estar en ese entorno, sin embargo no es el camino correcto.

    Forzar a mi cuerpo a conectar con emociones tan intensas que no sé gestionar en el momento, no generará más que una abreacción emocional. Puede que me abra a sentir, pero el cierre será más fuerte que los beneficios de la apertura.

    Es ahí donde me doy cuenta de la tremenda importancia de las palabras.

    En vez de repetirme «puedo afrontarlo, lo voy a afrontar», reformulo la frase a «lo estoy haciendo lo mejor que puedo».

    Vale, no es un ejemplo muy claro.

    Partiendo de lo sencillo, en vez de decir «no me da tiempo de hacer X hoy» puedo reformular la frase a «trataré de hacer X hoy». Siendo X escribir a un amigo, leer un rato mis libros, entrenar con mis perros o entrenar yo, etc.

    Sin enrollarme mucho más, el objetivo de la reformulación positiva de las frases es conectar con una actitud proactiva frente la vida, donde me abra la puerta a que diversas posibilidades -más allá de la que había contemplado inicialmente- sucedan.

    Eso es todo por hoy, seguiré en otro momento.

    Gracias.

  • Sobre las proyecciones 2

    ¿Y si te dijera que prácticamente todo en tu vida depende de ti?

    Efectivamente. Como lo oyes. Depende de ti.

    ¿El qué?

    ¡Pues todo!

    Partamos del punto que no eres una consecuencia de tu entorno. Eres la forma que eliges responder ante tu entorno.

    No estoy hablando de dinero, hablo de actitud, así que lo voy a repetir.

    Tú no eres víctima de tu entorno, ni tu entorno son ninguna etiqueta que les puedas poner.

    En El Hombre en busca de Sentido, Viktor Frankl nos enseña que aún en las peores condiciones de la existencia humana, podemos elegir cómo relacionarnos con el sufrimiento.

    PODEMOS ELEGIR.

    Probablemente sea el poder más grande que tenemos todos como personas.

    Y es que lo que me pasa no me pasa porque la vida sea una mierda, o yo sea un torpe.

    En situaciones difíciles, cuando respondemos de forma reactiva, estamos tomando la vía fácil.

    En vez de decir la vida es una mierda, por qué no preguntarnos ¿qué me pasa a mí con esto?

    En vez de decir eres un gilipollas prueba a guardar silencio, entrar en ti y observar lo que te sucede internamente con aquella persona.

    En vez de decir la vida es un carnaval, explora la otra polaridad, lo que te ocurre cuando entras en contacto con la desesperanza y la tristeza.

    A lo que voy con todo esto es que, al hacer afirmaciones de ese estilo, estamos poniendo todo nuestro poder de elección y cambio en manos de algo externo, porque la vida no es una mierda, lo más probable es que internamente tenga un conflicto sin resolver, unas necesidades sin atender, un niño interior atemorizado ante el mundo.

    El otro no es un gilipollas, eso no es más que una proyección, un reflejo de lo que a mí me pasa cuando escucho al otro hablar. No es que el otro sea irracional, estúpido o alguien difícil. Es que no estoy consiguiendo transmitir mi sentir y mis ideas de la forma correcta. Es que cuando el otro alza la voz, yo lo hago más.

    Etiquetar al otro no es más que un reflejo de mi frustración, mi rabia o mi impotencia. Incluso de mi vergüenza. Y el trabajo ahí es entrar en eso, ver qué te ocurre cuando entras ahí. Lo más probable es que te des cuenta que no te estás escuchando. Prestas poca atención a lo que necesitas, a lo que te pide el cuerpo.

    Si no eres capaz de sostener una situación, o eres adicto a los estímulos, tienes ahí algo interno que trabajar respecto a tu relación con el mundo. Con la soledad, el abandono, el autosostén.

    Proyectar fuera, en los demás, en la vida, lo que ocurre dentro, es el camino fácil para seguir igual que estás.

    El verdadero cambio ocurre cuando asumes la responsabilidad plena de aquello que te pasa, y elijes actuar en consecuencia.

    Como bien leí hace poco en un artículo de Pedro Vivar: Hay ocasiones en las que la mejor decisión es no hacer nada en ese momento.

    Cambia tu forma de relacionarte con tu entorno y cambiarás tu realidad.

    Pruébalo, no pierdes nada.

    Un saludo.